Uno de los grandes retos de los empresarios es decidirse en el producto o servicio que ofrecen entre Calidad o Cantidad. Es evidente que la decisión correcta hará que el empresario alcance éxito en su duro camino.
Pretender alcanzar un equilibrio entre ambos elementos es una tarea de malabarista que, finalmente, suele hacer que el servicio se decante por una de ellas. Por tanto, y desde mi experiencia, una siempre se sobrepondrá a la otra y además en detrimento de la contraria.
Decía Jhon Neff: “Haz lo que es inteligente, no lo que es popular. No siempre es fácil hacer lo que no es popular, pero es ahí donde se alcanza el éxito”.
TBF (Abogados Laborales) es un proyecto que encaja perfectamente no solo con mi forma de ver el Derecho, sino también con mi forma de ver la vida. Tras 10 años de experiencia donde he tenido la oportunidad de bucear y conocer en profundidad los escenarios judiciales – con más de 400 procedimientos dirigidos -, también he podido conocer las necesidades exigidas por mis CLIENTES y las mías como Abogado. Estas circunstancias han hecho que no haya sido difícil decantarme por los elementos que definirán las bases fundamentales de TBF:
(a) Especialista en lugar de Generalista: El profundo conocimiento de algunas ramas de nuestro amplio ordenamiento jurídico conlleva un servicio completo, sin lagunas y con capacidad de valorar al 100% las consecuencias de cada procedimiento.
(b) Calidad en lugar de Cantidad: Dedicar 20 horas a 10 clientes es, desde mi forma de trabajar, mucho más honesto que dedicar 2 horas a 100 clientes. Desde el punto de vista económico quizás sea más rentable contar con 100 clientes en la Cartera de un Despacho, pero para que la ética profesional, el buen hacer jurídico y la calidad del servicio sea excelente considero necesario apartarse de los meros intereses económicos. Dentro de la Calidad se encuentra dedicar el suficiente tiempo a que el CLIENTE conozca al 100% su problema y las consecuencias de las decisiones; que disponga de criterios suficientes para valorar todos los elementos que rodean a su procedimiento y, además, que el Letrado que dirige su Defensa sea el mismo al que contrató.
(c) Apartar los intereses económicos implica no entrar en una guerra de competitividad. Esta circunstancia es sana para el Cliente y el Sector.
(d) Eficacia y Eficiencia en el Servicio: Ello implica un perfecto conocimiento del funcionamiento de cada procedimiento que se dirige para, a su vez, ponerlo en consonancia con el esfuerzo económico y desgaste personal que supone para el CLIENTE. Estos tres factores llevan a adoptar decisiones personalizadas y ajustadas a las necesidades concretas de cada CLIENTE.
(e) Celeridad en las actuaciones: La limitación en el número de procedimientos dirigidos (mensual) y la especialización previamente expuesta implica que las tramitaciones no se dilaten en el tiempo. En otras palabras, que los expedientes no se acumulen en la mesa del Letrado. El gran problema en este sector, a ojos del CLIENTE, es la lentitud no solo de la Justicia sino también de los profesionales y operadores jurídicos que participan en ella. Esta suma de retrasos convierte cada procedimiento en una tediosa carrera de años.
Es conocido que en los tiempos que vivimos impera el cortoplacismo (todo para ahora) y el consumismo (usar y tirar) llegando a afectar, también, al sector jurídico en cuanto a: uso de plantillas generalizadas, cumplimentación de modelos por el propio cliente e incluso impersonalidad en la asistencia al mismo (reuniones o juicios), intervención en cadena según la fase en cada procedimiento, etc…
Volver a la asistencia personalizada, intervención de principio a fin en cada procedimiento, trabajo cuidado y mimado de cada detalle técnico – jurídico es una práctica extinta y posiblemente poco rentable pero que a largo plazo, considero, siempre será positivo para la PROFESION Y CLIENTES que apuesten por ella.
Esta filosofía no conlleva una menor carga de trabajo sino todo lo contrario: la responsabilidad del estudio y la continua formación – máxime en estos tiempos de continuos cambios normativos y doctrinales – implica una obligada labor de formación que debe incluirse en la agenda diaria profesional.
Parafraseando a Samuel Johnson: “La integridad sin conocimiento es débil e inútil, y el conocimiento sin integridad es peligroso y temible”.
TBF ABOGADOS no ha nacido para competir, ha nacido para sumar; ha llegado para innovar con su concepto boutique y, de esta forma, aportar y prestar sus servicios en el ámbito laboral y civil con un fin de mejorar el bienestar de todo aquél que lo necesite.